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Se trata del Samsung Galaxy S5 Plus, una nomenclatura que no indica un aumento de la pantalla ni nada parecido (como Apple con sus iPhone 6), sino simplemente un aumento en la potencia y capacidad del smartphone. En lo esencial, este dispositivo apenas cambia nada respecto del modelo original: mantiene el tamaño de pantalla de 5,2 pulgadas así como su resolución FullHD 1080p, por lo que los coreanos no han tenido la tentación de legar hasta ese mítico QHD que llevan (o llevarán), por ejemplo, el Nexus 6 o el Galaxy Note 4 o el LG G3.
Así que si en la pantalla no mejora, ¿dónde lo hace? Pues en el procesador, que cambia su Snapdragon 801 por un 805 que sube la frecuencia de reloj hasta los 2,5 GHz. De todos modos extraña que llevando la misma CPU que el Galaxy Note 4, el ‘phablet’ tenga mayor velocidad de proceso alcanzando los 2,7 GHz. Pero bueno, tampoco pasa nada.
Imaginamos que tras haber tomado la decisión de que la pantalla se quede en un FullHD 1080p, aumentar la memoria RAM tampoco sería una prioridad, por lo que se queda en los 2GB, a diferencia del Galaxy Note 4 que, como en el caso del Note 3 de 2013, monta 3GB. Entonces, ¿si no cambia nada salvo el procesador, qué sentido tiene esta versión? Bueno, aparejado al chip viene la compatibilidad con un mayor rango de redes LTE (Cat. 6), lo que le permitirá conexiones de hasta 225 Mbps.
En general, el dispositivo es idéntico al Galaxy S5 que llegó la pasada primavera y esta por ver que el rendimiento se vea muy beneficiado. Lo mismo este cambio también tiene algo que ver con Android 5.0 Lollipop que, como sabéis, cambia la máquina virtual de Dalvik por ART y lo mismo en Samsung quieren que el nuevo OS corra muchísimo más deprisa.
Fuente: GSMArena
