Pero debe quedarnos claro que aquí el trabajo no es sólo por parte de la gran G y quiénes son los activos que deben provocar esto.
El origen de todo: Be together, not the same
En octubre de 2014 Google anunció su nuevo slogan para Android:Be together, not the sameAhí, todos entendimos que lo que Google quería reforzar era la idea de que Android permite a cada usuario elegir un terminal acorde a sus preferencias, encontrando un sinfín de posibilidades. Google ponía como uno de sus puntos atractivos lo que precisamente era el quebradero de cabeza más grande para los desarrolladores: la fragmentación.
Esta fragmentación, como decimos, para bien y para mal ha sido una de las palabras más características que han acompañado a Android como plataforma desde hace años. Desde fragmentación en hardware (diferentes pantallas, tamaños…) hasta en software (con cada capa de personalización que nos hemos ido encontrando de los fabricantes).
Pero 2014 no trajo sólo el slogan. También trajo una fragmentación nueva: la fragmentación de sistemas operativos Android. Y esta fragmentación es la que ha venido de la mano de todos los nuevos productos que Google anunció: Android Wear, Android Auto, Android TV o, incluso, Android One.
Con esto, Google había dejado puestas ya las cartas sobre la mesa, pero eso no quiere decir que la partida aún esté jugada, pues la evolución de Android se va a ver condicionada por cómo evolucionan sus diferentes productos.
El valor añadido, la clave del éxito
En una primera instancia, podríamos pensar que el plan ideal de la gran G sería que haya diferentes aplicaciones para cada uno de sus productos Android, según necesidades, mercados… Y esto es verdad, pero sólo en parte, pues Google lo que quiere no es sólo que todas sus “verticales” (Android, Android Wear, Android Auto, Android TV) acaben mostrándose como una única experiencia, más allá de las diferencias entre éstas y las utilidades que pudiéramos encontrarles para cada ámbito.Es cierto que podremos encontrar las aplicaciones ideales para usar en Android Wear, o incluso las que no deberíamos usar. Y para ello no debemos olvidar uno de los conceptos que más nos gusta utilizar a nosotros para estos temas: la clave es el valor añadido. Sin valor añadido, nadie necesitará un smartwatch, un televisor con Android TV o ni siquiera intentará contar con Android en su vehículo, ya sea en uno nuevo o en un centro multimedia.
Para conseguir dicho valor añadido no basta con pensar en diferentes usos. Hay que pensar en la situación del usuario, en qué está acostumbrado a ver en ese ámbito y qué no. Y ahí juega un aspecto crucial tanto la interacción con el usuario como el diseño de la interfaz. Es decir, no podemos esperar que en un reloj, un televisor o el coche (éste ya por cuestiones de seguridad) tengamos tantísima cantidad de información como por ejemplo sí podemos tener en un móvil o tablet.
Para estos nuevos dispositivos necesitamos interfaces minimalistas, simples, con poca información, relevante y grande:
“Yo no quiero hacerlo todo en mi reloj. Quiero hacer lo básico, pero rápido”
“Mi tele no es táctil, y parece que los que hicieron la app no han terminado de entender lo incómodo que es manejarse por su interfaz”
“Es menos peligroso usar el móvil que la interfaz del ordenador de a bordo de mi coche”
Esto no son más que ejemplos de que las necesidades del usuario cambian según su situación. Y según su situación usarán un dispositivo u otro. Por eso, el valor añadido será el que determine qué productos arrasen y cuáles acaben desapareciendo.
El ideal a conseguir: El ecosistema Android total
Pero la cosa no queda sólo en dar valor añadido. Hay que hacerle la vida fácil al usuario. Para ello, las aplicaciones no sólo deben detectar las necesidades en cada momento, sino que deben saber, dentro de las diferencias de cada plataforma Android, ofrecer una experiencia de usuario similar.De este modo, el usuario no se sentirá perdido en un mar de dispositivos, el cual nunca querrán cambiar con tal de no tener que volver a aprender cómo funciona. Por ello, un usuario por el hecho de usar Android, sea el que sea, debe ser capaz de auto aprender cómo utilizarlo y casi intuir la respuesta que va a recibir por parte del dispositivo. Es por eso que hablamos del ecosistema Android total, donde ya da igual el dispositivo y la vertical de Android usada: lo importante es el hecho de usar la experiencia Android.
2015 debe ser el año de la consolidación de Android. Y cuando hablamos de consolidación no es de sumar más dispositivos en sus increíbles números de ventas y activaciones, sino también en conseguir esta experiencia única. Pero, ¿qué tiene que hacer Google para conseguirlo?
Google y los desarrolladores, los activos clave
Google está realizando su trabajo con sus APIs. Ellos deben poner todos los medios para que la programación de una aplicación y su extensión a nuevas verticales implique los menores cambios posibles. También tiene que buscar que la metodología de programación sea similar, sin necesidad de introducir conceptos demasiado radicales que choquen a quienes ya están acostumbrados a programar para Android. Todo ello sin perder de vista la evolución.Pero una vez Google ha hecho su parte, el papel crucial lo desempeñan los desarrolladores. Desarrolladores que deben empezar a pensar que su aplicación debe saber adaptarse a los nuevos mercados y los nuevos dispositivos, de una forma diferentemente similar. Es decir, sabiendo ofrecer una experiencia diferente, pero que a la vez el usuario sienta que está usando la misma aplicación que ya utilizaba y bajo Android.
Y es por eso que 2015 se convierte en el año de las oportunidades para un desarrollador Android, pero para aquel desarrollador Android que pase de ser un desarrollador Android a un desarrollador Android completo, de modo que pueda trabajar para Android X, donde X sea cualquiera de las verticales que Google ha puesto a disposición.
Una vez este ecosistema Android total esté confeccionado, que llegue a nuevos dispositivos que jamás pensaríamos es sólo cuestión de tiempo. ¿Se conseguirá?
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