La reciente marcha de los fundadores de Instagram ha vuelto a poner
en evidencia el trato que Facebook da a los proyectos que compra;
especialmente el control que Mark Zuckerberg impone sobre estas startups
que se hicieron grandes por si solas.
El sueño de cualquier pequeña startup es triunfar a lo grande; pero
si eso no es posible, que una de las gigantes del sector invierta o
compre tu compañía es lo siguiente mejor. De hecho, hay quien crea
nuevas empresas sólo con ese fin. Desarrollan un producto o servicio que
llama la atención; y que muere inmediatamente después de caer en las
manos de las grandes.
¿Cuántos servicios con potencial hemos visto cerrar después de ser comprados? Yo he perdido la cuenta.
En
ese sentido, Instagram y Whatsapp han tenido suerte. Ambas apps ya eran
absurdamente populares cuando Facebook las compró; así que no ha sido
tan fácil como cerrarlas y obtener su tecnología y empleados. Facebook
ha seguido manteniendo estas apps, que oficialmente son independientes
del resto de productos de la red social. Así que pueden seguir
ofreciendo un servicio de calidad, con el apoyo económico del gigante.
El problema que sufren las startups compradas por Facebook
La verdad es algo más complicada. El control que Facebook, y en
concreto, su CEO Mark Zuckerberg, está ejerciendo sobre estos proyectos
está agotando la paciencia de muchos.
Esta
semana fueron Kevin Systrom y Mike Krieger, fundadores de Instagram,
los que cerraron la puerta al salir. Las declaraciones oficiales son
impolutas, deseando lo mejor para el futuro de Instagram y Facebook; y
Zuckerberg respondió lanzándoles halagos como que son “extraordinarios
líderes de producto”.
Recode
Sin embargo, puede que sea precisamente porque los fundadores de Instagram eran “líderes”, que
no podían estar bajo el mismo techo que Zuckerberg. Según fuentes de
Bloomberg o
Recode, Instagram es una empresa independiente, pero sólo sobre el papel.
A la hora de la verdad,
Zuckerberg es el CEO efectivo de Instagram, y a menudo toma decisiones que chocan con las de los responsables que él mismo ha colocado.
Y
Zuckerberg no podría ser un líder más diferente que Systrom y Krieger.
Ambos crearon un proyecto basado en la creatividad de sus usuarios; una
app que se convirtió en una manera de vivir, más que en una
“plataforma”. En cambio, Zuckerberg sabe que todo eso es muy bonito,
pero no da dinero; su prioridad es que Instagram sea un producto, una
marca reconocible que se sostenga por si misma.
Y es innegable que, al menos en parte, tiene razón.
Zuckerberg es el que ha mantenido a Instagram, el que la ha protegido contra nuevas amenazas como Snapchat, y el que ha puesto los pilares a su futuro.
El cofundador de Whatsapp habla de su (no) relación con Zuckerberg
Esta historia se ha repetido en anteriores ocasiones. En 2014, Jan
Koum y Brian Acton, fundadores de Whatsapp, eran todo sonrisas después
de vender su proyecto y formar parte de la familia de Facebook. Cuatro
años después, los dos están fuera de la compañía y Acton pasa su tiempo
libre pidiendo a los internautas que cierren su cuenta de Facebook.
En una reciente entrevista a
Forbes, Acton habla de una relación muy dura con Zuckerberg, que supuestamente una vez le dijo en una reunión:
“Esta es probablemente la última vez que me hablarás”. La negativa de los fundadores a meter anuncios en Whatsapp chocó de frente con los objetivos de Zuckerberg.
Pero tal vez lo más llamativo es que, pese a pasar tres años en
Facebook como directivo de uno de sus principales productos, Acton
reconoce que no sabe mucho de Zuckerberg.
Mark Zuckerberg es uno de los líderes más importantes de la industria
tecnológica. Pero la marcha de importantes directivos en los últimos
meses revela un problema; uno que puede convertirse en la bola de nieve
particular de Facebook.