Que de Facebook se tengan sospechas de que ha estado escuchando a los usuarios no es nada nuevo, pero quizás lo que sorprenda es que posiblemente el uso de sus recursos para crear algoritmos que sean capaces de identificar los patrones de movimiento de los usuarios, sea lo que ha logrado que a veces parezca que se utilice el micrófono para escucharlo a uno.
No, no nos escuchan
Para entender mejor porque Facebook posiblemente no nos escuche, y podamos alejarnos un poco de lo que dejaba caer la película Están vivos de John Carpenter de 1988, hemos de centrarnos en como se sirven del software para poder llegar a esos resultados en los que parece que escucha al usuario a través de otras vías.
Facebook ofrece una herramienta a las empresas, que se llama FB Pixel, para que implementen su código en su web o aplicación móvil. Esta pieza de código incrustada en una web se encarga de recoger datos anónimos de las visitas de los usuarios. Por otro lado, tenemos al muro de Facebook, desde el que se recogen datos de los usuarios, como el tiempo que se pasan mirando una publicación o simplemente que se haga clic. Según las acciones del usuario en Facebook, se le proporcionará una publicidad de su interés gracias al Facebook Pixel.
Lo que hace Facebook en definitiva es poner en contacto a usuario / cliente con la empresa que publica un producto o servicio. Y es ahí donde en ese proceso entra FB Pixel para que registre cuando el usuario ha pulsado sobre el anuncio en el muro de Facebook y éste visite la web de la empresa. Cuando el usuario se pasa un rato por alguna de sus redes sociales favoritas, como estas dos, se encontrará con anuncios relacionados con la visita dada a ese sitio web.
Y porque parece que sí lo hace Facebook
Entendido como Facebook funciona para poner en contacto a clientes y empresas, volvemos a aquello de las sospechas sobre la red social. Entraríamos también en el uso de la ingeniería de datos para encajar patrones que se den en los usuarios.
Facebook & Instagram are NOT listening to your conversations.
— Jesse Pujji (@jspujji) July 15, 2022
What they are doing is MUCH more effective!
Here’s how it works👇🏽👇🏽👇🏽
Un ejemplo que pone claro Pujji, es como si durante una hora se está sentado comiendo al mediodía con otra persona con ambos terminales de cada uno apenas a centímetros del uno del otro. Ahora se le suma el dato de que Facebook conoce los últimos sitios web que visitasteis, y así operará para dar como resultado servir publicidad relacionada. Deja de ser algo como por arte de magia, a ser simplemente ingeniería.
Está lógica se puede traspasar a otra cualquiera para usar los datos que recoge Facebook y así pueda enviar publicidad a un grupo de usuarios de cierta edad, género, posicionando la localización en el extrarradio de una ciudad, y que sepamos que les gusta ir a IKEA; a IKEA, por ejemplo, fuera de Madrid, la mayor parte de clientes irán en vehículo. Si está empresa se dedica a algo relacionado a automoción, ya se tiene un público 'target' para enviarle publicidad.
Es decir, desde la ingeniería de datos se recogen los necesarios para elaborar acciones que para el usuario, y para sorpresa de éste, se detenga a pensar que quizás se le escucha a través del micrófono de su móvil. Aquí recogemos la puntualización hecha por Pujji sobre la ilusión de frecuencia, o a lo que se llama como Fenómeno Baader-Meinhof, en el que una persona se vuelve a encontrar después de un periodo corto de tiempo hechos específicos, frases o palabras conocidas hace poco; en este caso sería ese producto o servicio en el que estuvimos interesados.
Siempre un paso por delante
De todas maneras, hay que saber también que estamos ante una era digital en la que el software que usan las grandes tecnológicas siempre estará un paso por delante que el usuario.
Para que se restringa el uso de datos personales para la publicidad, también ha ayudado que los sistemas operativos pongan herramientas adecuadas a los usuarios, como el indicador en Android 12 de que la cámara o micrófono se está usando.
Y nos quedamos con lo importante de que lleguemos a un momento en el que las grandes tecnológicas tengan que guardarse las espaldas para respetar siempre la privacidad y seguridad del usuario. Es decir, que tengan que eliminar las cookies o reúnan a miles de usuarios bajo un grupo agregado de intereses y así las personas sean simplemente un código.